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'En cuanto a mí, sigo creyendo en el paraíso. Sin embargo ahora sé que no se trata de ningún lugar concreto'

viernes, 11 de noviembre de 2011


Los humanos no nacemos felices ni infelices, sino que aprendemos a ser una cosa u otra y que, en una gran parte, depende de nuestra elección el que nos llegue la felicidad o la desgracia. No es cierto, como muchos piensan, que la dicha pueda encontrarse como se encuentra por la calle una moneda o que pueda tocar como una lotería, sino que es algo que se construye, ladrillo a ladrillo, como una casa. La felicidad nunca es completa en este mundo, pero, aun así, hay raciones más que suficientes de alegría para llenar una vida de jugo y de entusiasmo y que una de las claves está precisamente en no renunciar o ignorar los trozos de felicidad que poseemos por pasarse la vida soñando o esperando la felicidad entera. No hay recetas para la felicidad porque no hay sólo una, sino muchas felicidades, y cada hombre o mujer debe construir la suya.

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Todas las palabras nos llegan al alma, pero prefiero recordar aquellas que hacen caricias.
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